—Hagámoslo por atrás.
—No, me va a doler.
—Dale.
—Tengo miedo.
—Dale.
—No me animo.
—Dale.
—No puedo.
—Dale.
—No me atrevo.
—Dale.
—Dios no lo ve con buenos ojos.
—Dale.
—Mi mamá me dijo que no es adecuado.
—Dale.
—La policía me va a meter presa.
—Dale.
—El partido lo considera una práctica de dominación.
—Dale.
—En el grupo de autoayuda decidimos que no.
—Entregá el culito.
—El Papa dijo que solo es adecuado para curas.
—Dale.
—¿Creés en el amor?
—Dale.
—Mi papá no me deja.
—Dale, no seas mala.
—¿Qué es la maldad?
—Dale.
—No quiero quedar embarazada.
—Dale.
—Se me va a mezclar lo tuyo con la comida, me da cosita.
—Dale.
—Con la chicas juramos que nunca lo haríamos.
—Dale.
—El médico me dijo que me puede dar peritonitis.
—Dale.
—No porque estoy muy nerviosa y te vas a quedar abotonado.
—Dale.
—Ok, tenés argumentos muy convincentes. Pero solo la puntita.