Hasta los veintiséis años fui muy feliz. Después también. ¿Qué diferencia hay entre los primeros veintiséis y los siguientes catorce? Antes tenía una certeza. Pero se fue.
Yo sabía que era de Escorpio. No es que fuera o sea muy amigo de los signos del zodíaco, al contrario me importan bastante poco. Pero sabía que era de Escorpio. Insisto, no es que me importara. Pero cuando perdí mi certeza el mundo empezó a verse diferente.
¿Qué pasó? ¿Cómo fue?
Resulta que en mi casa familiar se compraba el diario Clarín, en aquel entonces no se llamaba La Corpo. Y en sus horóscopos inventados decía claramente que Escorpio comenzaba el veintitrés de octubre. ¡Era escorpiano del primer día! El primer escorpiano, el escorpiano supremo. ¿Qué implicaba eso? Nada, obvio.
"¿De qué signo sos?", me preguntaban. "De Escorpio" respondía. "Ahhh", me decían como entendiendo todo, y yo sonreía para mis adentros. Un ritual que no comprendía pero me reconfortaba.
A los veintiséis años, una señora, compañera de una maestría que tenía intenciones non sanctas para con mi persona me pregunta el signo. Pero el ritual no se completa. "¿Qué día cumplís años?", me descoloca. "Octubre veintitrés", respondo cual burócrata. "Sos de libra". Y el mundo se desvanece.
Resulta que La Corpo coincide en muchos aspectos pero no en el zodíaco. Según el diario La Nación, Escorpio comienza el veinticuatro. ¡La puta madre que los parió! ¿Qué hago ahora?
No queda otra que seguir adelante. Página/12 no publica horóscopos.