la verba salvaje

de Otto Wald

vuelvo a volver

vivir sin vivir

¿y si no te hubieses muerto 
el día en que no moriste?

si tus ojos aún brillaran 
y tu sonrisa ladrara atrevida 
como la cola del perro
    cuando alegre y desprejuiciada
            arremete con todo lo que queda 
                en la mesa ratona

si tus oídos fueran felices
    y aún filtraran lo malo 
        para que se quede afuera
            sin dañar tu alma
            
si tus manos decomisaran angustias
    como policías del bien
        indicando calma
            ordenando el cielo

si tus labios sonaran ternura
    y aún hirvieran
si no hubiesen perdido su color rojo rabioso
    y su pasión

si tus pies aún caminaran firmes
    rectos convencidos y libres
        hacia esa esquina 
            donde el paraíso se encuentra con el encuentro

si no hubieses muerto cuando no moriste
yo ardería paz 
        como un globo aerostático
dormiría sueños
    perseguiría posibles
si no hubieses perdido la fe al no morir
        seguiría altivo indestructible poderoso
yo tampoco hubiese perdido la fe
    y vos
        seguirías hermosa sútil y transparente

pero ese día te moriste sin morir
me dejaste sin dejar
te esfumaste en tu presencia
te rendiste ante el mal
perdiste la paciencia
se te acabó el sabor
fundiste indiferencia
moriste sin morir y con dolor

ese día 

del mundo solo quedó lo terreno
lo inservible lo vanal lo ordinario lo obvio
solo quedó aquello sin sentido
    cuerpo sin alma
    caparazón sin amor
    espera sin esperanza
    lo peor de lo peor


y lo peor de morir sin morir
es que queda la ilusión
        de que se vive 

        sin vivir